martes, 17 de noviembre de 2009

el mural del cine (aullido suplementario)

un poco más sobre nuestras paredes y visiones (que habrá muchos pocos más)


paseaba este fin de semana por esta bombardeada ciudad: tanto bache, tanta construcción a puñetazos -perentoria improvisación sobre el nítido y cuadricular diseño-, tremebundo fárrago de ejecuciones y despropósitos urbanos trabajándose a pulso una ciudad que parece querer empeorar en vez de mejorar con el paso del tiempo.


si como tantas veces nos tocará abundar, estelí fue una primera habitación de ordenadas mentes que quisieron transmitir en los tiempos una idea de armonía creativa en la comunicación y lo hicieron públicamente, para su debido uso, trazando petroglifos sobre piedras que sólo la estupidez y la desidia del hombre de hoy iban a ser capaces de destruir; si ese espíritu se ha obstinado en permanecer, ya casi en una clandestinidad impuesta por la inercia, el desapego, la falta de educación y la cultura ausente, y lo ha hecho apareciendo en forma de murales creados en desapercibidas esquinas y muros abandonados a su suerte; si en fin, sabemos que existen los preocupados capaces de regalar a su espacio vital contenidos estéticos y vívidos, disfrutables en cada paseo, reveladores de un alma reconocible que dé sentido a esta enorme aglomeración de almas anónimas... ¿por qué empeñarnos en ignorarlos, en ignorarnos a nosotros mismos y convertir hasta el hastío a nuestras calles en un simple cúmulo de improvisaciones de mal gusto, mantas y sábanas, ¡camas enteras! de absurdos mensajes mal escritos que a nadie le interesan ni sirven -sólo a la vanidad del que las paga-, rótulos que impiden verse a sí mismos, mensajes vacíos e innecesarios y pintamonas que sólo publicitan la inconveniencia de lo que ofertan? ¿por qué castigar nuestros sentidos y nuestros paseos con tercos caprichos, pataletas más bien, que sólo agotan y nada aportan, sólo ensucian y nada aclaran, se convierten en el peor enemigo del que las planeó y la peor pesadilla del que tiene que visitarlas cada día? 


pensemos, cada cual en su rincón, cada mocuelo en su olivo y todos cuando nos reunamos, si es que algún día nos reunimos si no es para olvidarnos, empapapándonos en alcohol, de lo sólos que estamos todos los días... pensemos en todo lo que tenemos que mejorar, fácilmente mejorar, sólo es cuestión de ponernos a ello, para que nuestros paseos tengan ése sentido de amable esaparcimiento y gozo que en nuestra lengua nicaragüense tiene el verbo pasear, una palabra que directamente nos remite a placer y disfrute, lejos del sentido de mero descanso o distanciamiento que se sugiere en cualquier otro país de habla hispana. 


estelí no es una ciudad para pasear, es para pelear en sus calles para sufrirlas, para evitar percances y accidentes ; para enfermar sin fin en los necesarios traslados a pie: 
bajar al río puede ser la aventura más barata de indiana jones, trasegar la panamericana servir de cobaya a las clínicas especializadas en asma, andar por el centro una batalla siempre perdida contra conductores ebrios de carro y taxistas bolos de pito, perderte en el bulevar, eso mismo, perderte. 


no hay una sola avenida que no tuerza los pies, dé la apetecida sombra, invite a reposar o a leer el periódico sentado en un banco o simplemente a ver pasar a nuestrós próximos con la entretenida curiosidad de los monos que siempre fuimos. 


no hay cafés con terracita y música, no hay fuentes ni palomas, no hay lindas estatuas, tótems de arte, recreos visuales,... sólo placas de panteón bicolor, placas de muerto, deformes estatuas de héroes matando.


no hay un sólo parque y el que hay... ¿dónde su música de viernes o domingo, dónde su cine o concierto, de noche, al raso, en el frente siempre vacío, siempre abandonado de una catedral cada vez más sola y vacía? ¿dónde un mercadillo digno, agricultor y artesano, y no una línea de viernes quebrado de cajas en el suelo, renglerón de toldos sucios y pobres esforzados en no ser atropellados...?


¿qué tan difícil es?


y lo poco que quedaba, queremos acabarlo...


ahora, el cine


medio siglo contemplándonos desde sus escayolas ajadas, su marquesina de brodgüei pobre pero digno, sobrio pero amplio, sólo de intereses chiquito, y siempre con su neón peleón que aún (¿por cuánto?) luce.


¿cuánto van a tardar los inconscientes en permitir que se convierta en un supermercado, traer el mercader a la casa del señor y acabar con tantas décadas de ilusión por simple falta de imaginación?


porque lo que debería ser un reducto sagrado (si es que no lo es por ley) de artes humanas y escénicas, un recurso enriquecedor del pueblo y para el pueblo, de la ciudad y para la ciudad, corre el riesgo de convertirse en nueva superchería de mercaderes que identifican el progreso con el simple consumir a ciegas, la cultura con el dólar, las necesidades del espíritu con las insatisfacciones de la bolsa llena.


medio siglo que aún aguanta, a voluntad y genio, a submarino amarillo, la amenaza oscura de los bluminís de chistera y camioneta del año.


quieren cambiarnos un mundo de creaciones y sueños, de sensaciones y placeres, de impagable cultura, de educación urbana, por uno de trueques falsarios y vil metal mal repartido. una puñalada trapera más en esta historia municipal que va a menos.


al Perla de matagalpa ya lo están matando. los mismos que quieren pagar por el asesinato de nuestro Cine Teatro Estelí. ¿lo vamos a consentir? ¿llegará a tanto nuestra pérdida de ideas y sentires, nuestra imbecilidad colectiva? ¿qué precio le pusieron, quién, Bruto, firmó esa sentencia?


¿aún podremos salvarlo los cuatro gatos que quedamos?


que cada ciudad que se precie tenga al menos, al mínimo, cuando menos y a pesar de todos sus entornos y periferias, barrios y barritos, barriadas y barriales, urbadales y lodazales, suburbios, industrias y arrabales,...


que como poco (y tanto), cuente con su eterna plaza mayor, plaza real, plaza del pueblo, plaza emblema, ágora pública, centro y vértice de su colectiva pirámide, pirámide vital...


una plaza con su catedral amplia de espaciosos accesos siempre lisonjeados por visitantes y curiosos, estudiantes, lectores o poetas, enamorados y desesperados, músicos de banqueta y pintores de lienzo eterno de escorzos y fachadas;  


una plaza con su parque donde descansar bajo trinos vivos y sombras reflexivas, húmedo frescor en el que sentarse a saborear quizá un chicharrón de puesto o cajeta de dulcería, empujando el carrito del bebé o vigilando al nieto inquieto... 


una plaza con su teatro y cine imparable de propuestas y espectáculos, celebraciones, espectáculos, exposiciones, visitas insignes e insignes convites, candileja urbana para el entretenimiento absoluto sin descanso ni retorno...


con una alcaldía nítida, imagen de la nítida población a la que representa y sirve; con sus lindos tenderetes de fritanga limpia, de frutas y caramelos; con los cuatro cafetines y reposterías de rigor, sus cuatro terrazas de granizada, fresco y helado, papas fritas, bocas y cervezitas, suplemento dominical con música de fondo... y sus cuatro escaparates con chochaditas. lustradores dignos y loteros, vendedores de prensa...¡todo existe, todo cabe!


una plaza con sus noches y sus días, reclamo tranquilo de paseantes insomnes o madrugadores, una plaza que sólo se necesite a sí misma para marcar dónde está su ciudad... 


pues una ciudad está viva, negarle su plaza sería peor que negarle un panteón digno o un templo para cada credo; cómo si no podríamos seguir viviendo y  dónde si no, dónde lamer nuestras heridas cuando estemos muertos.