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gracias por llegar, tan rotunda, tan generosa tan sin complejos
a pesar del largo invierno que permaneciste agazapada, morosa
con nuestras necesitadas gentes del campo y huidiza
con nuestros acuíferos.
¿nos andabas castigando un poco por los excesos con que
castigamos el bien preciado que nos regalas, tu hija el agua,
sin la que nunca podríamos sobrevivir
y tanto la maltratamos y menospreciamos?
perdónanos, te diré, no lo volveremos a hacer, te mentiré.
porque seguiremos malgastando a tu hija por pereza física y
mental unos, por estúpida soberbia otros,
por mera pobreza tantos.
y es que ¿quién se encarga de organizar, administrar
el buen uso del indispensable bien,
cuya falta algún día será causa de trágicas guerras
si es que no es una guerra ya
la de la indiecita que tiene que caminar quilómetros
hasta el caño más próximo,
la del agricultor que despaló por codicia o necesidad
y ahora no encuentra el arroyo que hará crecer
sus plantas y dará de comer a su familia?
¿no es una guerra silenciosa y cruel la que mata
a miles de africanos con aguas inmundas por escasas
o por la simple sequedad irreversible de sus terruños?
¿no es pérfida guerra la del abuso del vital elemento
para mantener costosos y selectivos
juguetes de lujo, como el golf,
o frívolas vanidades como las piscinas privadas?
¿no es un acto bélico y demente la insensata necesidad
inventada de mezclar nítidas aguas con abominables
detergentes para mantener como condenadas patenas
camionetonas del año* que no deberían pasar de ser
útiles de trabajo sobriamente aseados?
en otro felino paseo habremos de hablar del otro
terrorismo oficial, silenciado en un esperpéntico mimo
de administraciones incapaces o simplemente vendidas:
el apocalíptico jinete de la contaminación.
tomemos ahora un merecido respiro.
ni siquiera siglos después de florecer el espíritu de
la malograda ciencia
parece que el hombre sea capaz de evitar el contínuo
tropezar en piedras que acabarán por dejarlo
definitivamente inválido.
¡pobres de nuestros descendientes,
qué seco futuro les andamos maquinando!
así que este gato que como todos los gatos disfruta del agua,
mal que se piense lo contrario (recuerden el majestuoso
surcar de ríos y lagos que practican nuestros hermanos
mayores, los tigres), se ducha con su propia saliva
en un simbólico gesto en favor del agua que le da de beber
y hace crecer el bosque del que venimos
y sin el que nunca hubiéramos sido.
tome nota el bípedo impensable y exíjase y exija el respeto,
el cariño y la protección que el insustituible elemento nos implora.
* camionetonas del año: en nicalandia, dícese de los vehículos todoterreno
de lujo, nuevos (comprados en el mismo año) exponente primero y
más visible bien del poderío eocómico o posición social del
propietario, bien de su estupidez narcisista. aviso: no se arrechen con
el conductor, generalmente es un chófer más o menos explotado por
el titular del vehículo.
epistemología
encuentro demasiados murales viejos, de pinturas venidas al suelo por su propio peso de irracionalidad, ceguera apostólica, nacional-ismo, individualismo perverso o colectivismo gregario miope y diariamente suicida. demasiado envejecidos, encanallados, falsa pintura...
son herencias hispanas, quizás mezcladas con el espíritu indígena enloquecido por la opresión del conquistador asesino de sueños, culturas, naturalezas y humanidades que el delirio del poder y la posesión tiende sistemáticamente a exterminar.
no hay mejor alumno del torturador que el propio torturado, dicen algunos psicoeruditos. quizá no sea exactamente así, desconfiemos de la erudición plana, y sopesemos que la excelencia de tal alumno llega al límite cuando la tortura no llegó a serlo en propias carnes, cuando se quedó a su alrededor y él asumió el desquite de las vilezas inflingidas a sus allegados, a los que por algún motivo él se decidió a defender convirtiéndose por fin en un nuevo torturador tan sublime que ni siquiera algún día escaparán a su crueldad los mismos que él pretendió defender o vengar.
es una de las muchas claves del funcionamiento del poder y su evolución, del adn del peor error cometido por la naturaleza: el ser humano, su especie. una de las muchas claves que ha hecho del poder una máquina casi perfecta. casi, sólo momentáneamente, porque por extraordinario que parezca, cada día parece encontrar una nueva miseria en la que perfeccionarse, en la que enriquecer su perversión y su cruel, fría, sistemática eficacia.
ejercido por personas, se sirve y se nutre de personas, las devora o destruye, ¿puede existir mayor refinamiento en un desorden de la naturaleza? el vivicanibalismo, el canibalismo animista, el canibalismo intelectual, el político, el planificado, ejecutado y controlado, el financiero, el legal, el judicial, el espiritual, piezas todas de una maquinaria de destruir viva y en eterno movimiento, imparable como un péndulo de miserias y destrucción elevado a la categoría de absoluto omnipotente, de verdadero dios de todos los dioses.
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cosmología
no somos los gatos amigos de disciplinas que no sean de orden natural. nunca hubo gatos policía, que dijo otro. éste que se pasea por estelí ha luchado y sigue haciéndolo contra todo tipo de poder. siempre se negó a ejercerlo y por eso siempre se negó a a aceptarlo. otra cosa es la ciudadanía, la convivencia y el sentido común, la solidaridad, la celebración de nuestra parte buena, de nuestra entraña amable, del amor que sabemos que existe y que se puede practicar sin convertirlo en arma arrojadiza, en herramienta de poder o posesión, en sicario de ese monstruo que acecha ahí fuera y nos vigila por cualquier rendija.
por eso hoy que vuelvo a estelí y me paseo aparentemente indolente por sus calles, sus gentes, su realidad local (y periférica, y nacional), ciudad más o menos tranquila en la superficie, más cruel y agitada en la entraña, se me ocurre un bufido que contengo: manos oscuras siguen pintando murales que nadie quiere, que opacan los vivos colores de las ilusionadas imaginerías funarte, escamotean la atención a los nuevos delirios dectown, encierran en lóbregas estancias las vívidas formas del primitivismo vital, borran como vándalos dementes el primer sueño de un pintor de petroglifos para invadir las paredes de nuestras almas con sus delirios de poder y posesión, de enriquecimiento sin tregua ni razón, con pesadillas de inaceptables perpetuidades y nuevos y refinados esclavismos de ideas y voluntades, sofisticados fuegos de artificio para placebo de impotentes y despreciadas masas.
me lamo nervioso las heridas que no se ven, que sólo sangran por dentro, y bufo en silencio contra la mentira de la desigualdad galopante cultivada como un arte por todas las clases del poder, con la revolución o la contrarrevolución en sus descarnados labios, bajo sus pulcros y cínicos bigotes o sobre sus insultantes papadas, asmáticos de poder en su propia opulencia y su inagotable codicia.
por mucho que lo intenten, nunca podrán esconderse de la miseria colectiva en la excelencia de sus exclusivas mansiones, ni huir de la muchedumbre descalza en sus autos millonarios, ni encontrar el descanso en su discurso falso y cambiante, veleta, falso timón y estrategia impúdica para la singladura de oprobios que cada día acometen. ni podrán aliviarles sus fortunas visibles ni las escondidas, a ellos ni a los que de ellos vengan, de todo el mal que saben que están causando y habrán de causar. todos morimos. y morimos más cuanto más tenemos. y más aún cuanto más mal causamos.
el universo, el cosmos, no es inteligente. los gatos, como animales que no perdimos la esencia natural que abandonó al hombre, lo sabemos. así como los perros, los loros y todo animal, en fin, que se precie. pero sabemos que el universo, al que todos pertenecemos y del que nunca saldremos, tiene su lógica, que es propia, cambiante e impredecible, un juego infinito de probabilidades con un solo fin, mantener su equilibrio. esa certeza suprema debería ser suficiente para que el sueño de cualquier poderoso, sea financiero, político, funcionario o cualquier otro tipo de explotador de miserias ajenas, no pasara de ser un aterrorizado insomnio diario encharcado de sudores fríos. quizá por eso sean ya más rentables los laboratorios farmaceúticos que las fábricas de armamento.
así que continuaré mi paseo, confiado en que eso definitivamente sucede. al fin y al cabo sólo basta con fijarse un poco y sorprender, entre tanta foto y tanto clip con que nos roban nuestro valioso tiempo, la mirada del miedo, del odio, de la desazón, de la ansiedad. y los vacuos esfuerzos por disfrazar con mil y una flores las tétricas tribunas y los lóbregos despachos, con martingalas los tediosos eventos, con oropeles y plumas a sus gerifaltes morosos, con horas que parecen días enteros sus soporíferos, estériles discursos.
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desiderata
está lindo estelí en estas fechas. pareciera que una fresca primavera, desafiando la impenitente sequía del invierno y el temible inicio del verano, trajo por fin las humedades y los verdores que tanto la favorecen.
que siga así y que nos sirva para reaccionar tranquilos en medio de un turbulento presente de economías devastadas que han gestado otros; y frente a la sesión continua, siempre serie b de mal gusto, que se encargan de proyectar sin rubor los maquinistas del cinematógrafo político, en nuestras raídas, cansadas pantallas de barrio.
que no se me ofenda ni canse nadie por este comienzo recargado y retórico, tan lejano de lo que debiera ser un encuentro de este tipo. acháquese a mi concienzuda vuelta y otórguese licencia, que ya se encargará el uso y la levedad felina de amainar embates dialécticos en favor de tonos más relajados y livianos, por más que de acidez temo que nunca adolezcan. será la mano del cocinero en letras el que tenga entonces por misión endulzar cualquier episodio ácido o amargo como se corrige el carácter del tomate en su salsa o se le rectifica el aliento al agreste perejil en rama.
por aquello del siempre recomendable optimismo y ya que no está la cosa para muchas expectativas de calurosa acogida, me doy, independiente como gato, la suficiente bienvenida, la tercera (¿última?) bienvenida a una ciudad que he decidido hacer mía por más que ella decida ignorarme, lo que por otro lado quién sabe si no sería lo mejor.
¡bienhallada, estelí!