miércoles, 23 de diciembre de 2009

sueño de navidad (runruneo)



el jueves me acostaré temprano, los felinos no atendemos fiestas de humanos salvo por lo que nos vaya en sobras sabrosas. es más, si la celebración es general, es fiesta grande en ese mundo bípedo impensable, ni siquiera nos preocupamos de atender la poderosa llamada del paseo nocturno, rito y uso sin el que el gato no sería gato. le tenemos aprecio a nuestro pelaje y no es cuestión de sacarlo a pasear por calles apestadas de bolos y otros transformistas.

así que me acostaré temprano y soñaré que la mañana de navidad, todo lo temprano que mis bigotes perciban la retirada del enemigo, saldré a un fresco paseo matutino donde me encontraré con una estelí poblada de frondosos árboles en majestuosas filas sobre amplias y lisas aceras, cuidadas y limpias, embaldosadas con geométricas formas de losa volcánica y piedra marmolina, sobre las que las almohadillas de mis manos y pies se posan agradablemente al tiempo que mi vista se recrea en los dibujos simétricos del suelo, intentando ver  símbolos o signos que seguramente no pasen de ser un juego estético del artesano que los concibió.

las casas, muchas recién remozadas en colores luminosos y armónicos, otras abandonadas a una estudiada vejez  de rústica y añeja hermosura, junto con sus sobrias puertas de madera, sus amplios ventanales, las rejas de forja maciza y suelos de barros o cerámicas clásicos, y sus tejados de teja de horno delatan el gusto y buen estilo de sus moradores, máxime cuando un cortina o una puerta entreabierta ofrecen atractivas decoraciones donde mandan los patios cuidadosamente ajardinados, el mobiliario tradicional en maderas nobles, grandes espejos y cuadros, espaciosas mecedoras y sillones que invitan poderosamente al reposo, y una medida colección de complementos, lámparas y objetos que resuelven con sobresaliente la calidez de todos los ambientes.

animado por esta inmóvil y contínua compañía, mi paseo se entona y mi trote se hace alegre mientras se va encontrando con pequeños parques por doquier, donde sólo se escucha el rumor de una fuente y la conversación de las aves, y en sus bancos alguien lee plácidamente un libro o simplemente reflexiona y disgruta del lugar.

luego el encuentro con los artísticos murales que convierten muchos muros y paramentos en grandes espacios de arte, expresión, color y carácter, obligan a un paso de menor ritmo, extrayendo algún detalle más de los que siempre acaban apareciendo cada vez que se observa con detenimiento cualquiera de estas obras.

y ya definitivamente animado prosigo regocijado por las calles comerciales de imaginativos locales, hoy cerrados  pero igualmente entretenidos con sus escaparates y sus rótulos en los que lo llamativo no imposibilita su calidad estética, independientemente del estilo escogido.

sí señor, un placer un paseo por estelí la mañana de un día festivo, abandonado el ánimo al silencio y la nitidez de una calle con esporádicos carros y calmos viandantes disfrutando de su ciudad como tú.

casi todos vamos, aún sin pensarlo, cada uno en su ruta preferida, o la escogida para el día porque todas son lindas, camino de la plaza grande, donde sabemos que más o menos nos esperamos todos porque allí, en su gran parque que no para de hacerse más bello, con más flores y cuidados, nuevas estatuas y detalles, ya habrán empezado a tocar los músicos de hoy, con sus repertorios de suaves y entrañables melodías y virtuosismos clásicos y populares, sin estridencias, bajo su elegante quiosco hexagonal de granadillo, forja, celosía y teja.

y allí, en la explanada de la iglesia, siempre de cancelas abiertas e imponente candileja, se sentarán también viejos y enamorados, familias y solitarios, abrigados por la arquitectura diáfana de la catedral, a dejar pasar amablemente la mañana mientras ven pasar y saludan a sus vecinos. los niños retiran algodón de azúcar, frutos secos y cajetas de los puestos que se ordenan en torno al parque. algunos con más posibles se sientan a desayunar en las agradables terrazas de los cafés de la plaza y a las diez entró el último espectador que llena al completo el aforo del cine teatro estelí para la matiné de hoy, una divertida obra de teatro llegada de buenos aires con guión de Luppi.

la mañana esteliana se desgrana así en una agradable cámara lenta sin compromisos ni prisas, distrutándose en cada minuto, hasta que el carrillón de la torre, obsequio de una parroquia  holandesa de cuyo nombre no puedo acordarme y sustituto de la vieja infausta sirena bélica, comienza su alegre anuncio de que ya llegaron las doce del mediodía.

y unos y otros comenzamos entonces el movimiento inverso. mentalmente algunos para alargar el paladeo de este tiempo afable. físicamente otros, quizá algo acuciados por la lejanía de sus casas o por la inapelable llamada del apetito. pero nadie contrariado: será otro lindo camino de vuelta con el apetecible premio gastronómico aguardándonos en la meta...

próxima entrega, el 29 de diciembre:

sueño de año nuevo