miércoles, 25 de noviembre de 2009

el mural del tabaco: ¿la cultura del tabaco?

(este primer escorzo del mural del tabaco puede plantearse como tira cómica o cinta de celuloide, al fin y al cabo es una sucesión de acontecimientos que hay que sintetizar por referirse a miles y miles de años de historia con final aún por definir)


"...antigua cultura es la del Tabaco. si no tanto como la del comer, muy al tiempo se habrían de aunar, aunque lógico es pensar que lo primero fue nutrir el cuerpo, que sin nutrir el cuerpo en qué otra cosa se iba a pensar, y si no fuera por el pensar de dónde vendría el discurrir, el observar y el preguntar, investigar y probar, antes del fumar seguro que muchas fueron las pruebas que se hicieron o casualidades acontecieron hasta que por el hombre fuera el tabaco descubierto..."
(sic.: félix silvestre lope de torrelaguna, antepasado mío,
en 1.505 desapareció en su segundo viaje a las indias)

hagámonos más prosaicos y escribamos más en prosa. el tema lo exige.

¿que en plena orgía antitabáquica, caza de brujas montadas en pipa, inquisición y auto de fe y fuego contra ahumado beneficio de los herejes del humo, dislate institucionalizado que se han sacado de la manga ¡alehop! los dirigentes de la escasa salud y de la administración enferma que mantenemos de nuestro bolsillo..., y este gato mantenga contra viento y marea que tabaco y cultura van de la mano? ¡pues sí, y se lo explico!

se preguntarán ustedes acaso cómo fue que el hombre se enteró de que chamuscar esa planta e inhalar los resultados era algo placentero. y más si como a casi todo hijo de vecino acontece, la primera pitada que le das en tu vida a un cilindrín o una pipeta de tabaco se convierte en un revolcón pulmonar de toses y trinos bronquiales, generalmente acompañados por abundante secreción lacrimal y hasta bascas gástricas que nos desvencijan las tripas en seco vómito.


algunos incautos  hablarán de casualidad, pero eso es una simpleza. está claro que algo de casualidad siempre pudo haber en el principio de todo lo nuevo para un bicharraco en evolución. pero una cultura la genera el humano a partir de consolidar su condición de humano, humanamente organizado, pensante y con capacidad de asombrarse, de asociar ideas, de aplicar la curiosidad con sistema y fines (no como los gatos, que todo lo curioseamos por curiosear, sin buscar un fin concreto). criando un hábito en fin de experimentar y probar para descubrir  o inventar. 


esa es la cadena de la evolución. y si en especies que ustedes consideran inferiores como la mía, evolucionó más la capacidad de oler, de oir, de ver, incluso de presentir, a ustedes se les disparó y finalmente disparató la de pensar, asociar y maquinar, enredar, vaya. hasta que casi perdieron el el olfato, el oído, la vista y tantas otras cosas naturales y valiosas y útiles; preciosas, si se me permite.


ustedes se empecinaron en pasarlo todo por sus procesos interioristas, mentales. tanto, que al final, han perdido la noción de la realidad o sólo les llega a medias, muy matizada y revuelta y trastornada. muchas veces reinventada una y mil veces por asociaciones aviesas o prejuicios, intereses despistes y artificios. pero sobre todo intereses, instinto que les puede y domina, e incluso han llegado a malentender en su adoración o servidumbre hacia él.


y así, si nosotros, las "especies inferiores" nos quedamos en el aspecto nutritivo de la comida, ustedes se empecinaron en cocinar y ahora tienen hasta enciclopedias sobre el tema, aunque su mayor hallazgo, en mi humide opinión, fue el pescado al horno. hicieron, y siguen haciéndola, su cultura del comer, que ya anda, superadas las delicatessen o la nouveau cuisine, por los derroteros de la cultura nutricional o nutricionista, otro aspecto nuevo de su evolución, el del pensamiento único, que con un despistadísimo rasero en temas de salud, le puede costar la vida tanto a un buen churrasco a la brasa como, en lo que nos toca, a una buena vitola liada en estelí.
  


bueno, pues con el tabaco fue más de lo mismo, y su cultura comenzaría más o menos por las mismas fechas, junto con su obsesión por las religiones, un poco antes que su afición a cortarse el pelo y desde luego algo después  que su afición a darse de cachimbazos a la que se descuidan, que eso lo comenzaron antes de articular palabra, es casi congénito. 


de una cosa no cabe la menor duda: ya hacía un rato que habían aprendido a hacer fuego. y eso les situaba casi en su mayoría de edad evolutiva (según ustedes, por delante y a la cabeza de todas las demás especies, dominando (¿ven lo que les decía de los intereses?). 


y como no podemos hacer casa con corredor en este lejano punto de arranque simplemente  les convoco, para que se conozcan mejor, primero a una película, en busca del fuego, y luego que se echen un ratito con un buen análisis de cómo comenzó el lío del tabaco,  con una amplia recolección de realidades que han hecho del tabaco otra de las torres culturales de su humanidad.


han pasado yo qué se la cantidad de milenios conviviendo con esa cultura, cuidándola al principio como todo buen tesoro que le encontramos a la mama natura, y hace no mucho van ustedes y de repente empiezan a "hacer el hombre", es decir, el imbécil.  

y cuatro listos desbordados de intereses bastardos se lían a liar todo tipo de mierditas con el tabaco, empezando por el papel, que jamás debería haber entrado en contacto con la sagrada planta, y acabando en un sinfín de chanchadas de laboratorio que le añaden para que se fume como no se debe hacer nada por muy sagrado que sea: en exceso, sin ton ni son, por las bravas o, como novedosamente dicen sus psicólogos de ustedes, "compulsivamente". 

resultado de fumador compulsivo


de esta forma ustedes, como ya han hecho con tantas otras, se empezaron a cargar la cultura del tabaco.


y se han vuelto una vez más locos del todo y han comenzado a estigmatizar y perseguir y proscribir y maldecir al tabaco. así, en general, el tabaco. sin ya ser capaces de distinguir la noble planta original de los infames subproductos en los que la convierten las tabacaleras cigarrilleras. a considerar esa mítica y en muchos aspectos beneficiosa planta como la única culpable de las autolesiones que su especie se inflinge (y que también de paso nos machacan a las "especies inferiores") con toda esa clase de elaboradas contaminaciones suyas, al parecer y presuntamente muy rentables. que resulta que desde el humo de sus malditos carros y fábricas, a los conservantes, colorantes, o inventos farmacológicos que abarrotan sus latas y botiquines, existe un infinito número en crecimiento de venenitos finos (se estiman en unas 400.000  las sustancias sin el debido control y estudio) que su privilegiada mente de especie líder ha ido elaborando y obligándose a consumir, desparramando de paso lo que les sobra encima de un mundo que no se las pidió ni las necesita. y con el que acabarán acabando. empezando por ustedes mismos. 

por fortuna en estelí, en alguna otra zona del cono sur, y supongo que también en otros espacios donde se venere el tabaco, como el turquestán y determinadas rutas del antiguo oriente, le estamos salvando el pellejo a este bien tan cultural como inmemorial que es el tabaco. cultivándolo y elaborándolo al natural, en cigarros puros sin papel ni boquillas de poliéster y, nos damos un voto de confianza, sin otra materia o sustancia que la puritita hoja del tabaco.



no cabe duda de que allá donde haya un interés creado, sea en dólares, pesos o doblones de oro, habrá siempre que mantenerse vigilantes, sosegadamente atentos a que se cumple con todo lo que debe caracterizar cualquier cultura que se precie. a salvo de aquellos juegos de manos perversos que acaban con su carácter de bien colectivo para convertirla en otro arma de expoliación y miserias, invitando al ya tan habitual fenómeno de la contracultura, que muchas veces es lo que sólo nos queda y hay que practicarla.


o sea, que tendremos que repasar, y eso lo dejo para el siguiente capítulo, las condiciones en las que estamos produciendo y elaborando nuestros tabacos. en armonía con la naturaleza y en armonía con el hombre que lo trabaja y con el que lo disfruta. en todos los aspectos.



el tabaco esteliano tiene que pasar esa prueba para seguir siendo parte importante en la cultura del tabaco. no hay más felinas carajas. y lo haremos minuciosamente en el próximo capítulo.


próxima entrega:
deontología del tabaco


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